Desde meses atrás traemos a colación en este blog iniciativas tanto del campo de la ingeniería como de la arquitectura desde un prisma, digamos, ecológico. Si hace apenas unas semanas hablábamos de la importancia de la arquitectura sustentable (ecofriendly, dicen los sajones), en esta ocasión os mostramos un proyecto que se va haciendo poco a poco más real: el primer avión eléctrico. Y, además, ¡con sello español!
De los diversos medios de locomoción existentes, en la picota está siempre el sector aeronáutico. Recientemente se ha publicado un informe en La Voz De Galicia, donde se pone de manifiesto el exceso de CO2 que se genera viajando en avión, frente a otras opciones, como el tren. No en vano, distintas voces claman (incluso) por anular los trayectos en avión que se puedan hacer (en menos de 3 horas) vía tren, algo que pronto, con la llegada del AVE sería una realidad para las ciudades más distantes de la capital.
Quizás por esta encrucijada en la que se encuentra el sector aeronáutico la ingeniería se focalice en cómo volar sin generar CO2. La primera solución a este respecto tiene ADN español y se trata del primer avión eléctrico (eso sí, con exigua capacidad de 10 pasajeros), pero cuyo handicap no ha sido freno para que ya surjan los primeros pedidos: la norteamericana Cape Air –con una flota de 92 pequeñas naves tipo Cessna- ha decidido integrar este avión eléctrico, denominado Alice.
Alice no levantará oficialmente su primer vuelo hasta finales de 2019, en las pruebas oficiales para obtener las correspondientes certificaciones. Su diseño, debido al excesivo peso de las baterías (que aporta el 65% del peso total de la nave) ofrece un tamaño de 12 metros de largo por 16 de envergadura, siendo un fuselaje –en líneas generales- más plano que un avión habitual. Alice ha sido construido en fibra de carbono en un 90%, lo cual impregna mucha ligereza al conjunto, cuenta con motores 100% eléctricos –resultando una huella de carbono cero- y ofreciendo una autonomía de hasta 1000 kilómetros, con una velocidad máxima de crucero de 450 km/h.
Detrás de este balanceo de pesos está la compañía española Altea, una ingeniería que ha diseñado y proporcionado las estructuras delanteras y traseras de la nave, además de la puerta de pasajeros.
Para lograr dichos resultados se ha tenido que emplear, además de la ya mencionada fibra de vidrio, ciertos componentes metálicos en su estructura.
Alice es una aeronave que funciona de manera exclusiva con electricidad, lo cual permite reducir los costes de operación, según Altea (empresa constructora de Alice), en un 70% respecto a un avión de combustión de similares capacidades.
Este avión eléctrico supone un nuevo hito en cuanto al nuevo uso de motores en medios de locomoción. Si bien el mercado de coches eléctricos se abre poco a poco año tras año, también en otros sectores, como el naval ya hay soluciones eléctricas para mover embarcaciones. Es el caso de la firma Torqeedo, que ha desarrollado motores fuera borda –e intraborda- para veleros y barcos a motor, desde pequeñas embarcaciones hasta calamares de 80 pies.
Los motores eléctricos ofrecen un conjunto de ventajas respecto a los de combustión, más allá de la contaminación de CO2 inherente al combustible empleado. Por ejemplo, los motores eléctricos ofrecen un menor tamaño y peso para una misma potencia en un motor de combustión interna (aunque esta diferencia se anula con el peso de las baterías). Respecto a la eficiencia del eléctrico, queda fuera de toda duda: el eléctrico es muy superior al de combustión interna.
Además, el motor eléctrico suele estar autoventilado, por lo que no necesita de ningún sistema de refrigeración o ventilación externa.
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