En COTPA seguimos mirando hacia el volcán de La Palma, dos meses después de que entrara en erupción, con gran respeto y analizando –desde el punto de vista de la ingeniería- cómo poder bien minimizar los devastadores efectos bien (re)convertir esa enorme cantidad de lava y cenizas en algo provechoso. Y así dimos con una posible solución que pueda permitir –al menos en parte- transformar esa energía liberada por el volcán en algo más “interesante”.
“La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Este axioma fue enunciado por Antoine Lavoisier allá por el siglo XVIII y, poniéndolo en relación con el volcán de La Palma, podríamos traducirlo en “toda esa lava podríamos transformarla en energía”. De hecho, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) publicó recientemente una estimación de la energía asociada al proceso eruptivo del volcán de Cumbre Vieja: 286,2 teravatios hora. Es decir, una cifra que equivale a 35,9 veces la demanda eléctrica de Canarias durante el pasado año 2020. Así las cosas, ¿cómo recuperar esa energía que desprende el volcán?
La respuesta no es sencilla; aunque ya hay en marcha proyectos –liderados por la Universidad Pública de Navarra- en los que se está trabajando en el desarrollo de un generador termoeléctrico que sea capaz de producir energía eléctrica a partir del calor volcánico que alcanza la superficie terrestre. Obviamente, dicha energía eléctrica sería considerada 100% renovable y el impacto medioambiental para “recuperar” ese calor y transformarlo en electricidad lo catalogan los investigadores de “mínimo”.
En la base de esta tecnología está la geotermia, una energía renovable de sobra probada y conocida y que se utiliza tanto para producir calor como para generar electricidad. Sin embargo, el foco de los investigadores se centra en la energía geotermia de alta entalpía, que emplea un recurso geotérmico y que sólo se encuentra en unas condiciones concretas tanto de presión como de temperatura (debe ser superior a los 150º).
Esta energía –además- tiene una característica especial por la cual los investigadores la ven con agrado: es una energía continua, está siempre constante y permite apoyar a otro tipo de energías renovables (como la solar y/o eólica, las cuales no siempre aportan debido a la ausencia de sol y/o viento).
Así, mientras la geotermia convencional puede producir esa energía al extraer el calor a centenares de metros de profundidad, en cualquier zona volcánica dichas temperaturas se encuentran casi prácticamente en la superficie, pudiéndose transformar ese calor en energía (en electricidad) a través de dispositivos termoeléctricos. Para hacernos una idea, en Teide podemos encontrar temperaturas de casi 200º a ras de suelo y casi 600º profundizando a tan sólo 10 metros.
Ventajas añadidas
En todo el mundo hay contabilizados 20 supervolcanes. Se estima que pueden entrar en erupción cada 100.000 años pero su poder destructivo podría comprometer regiones continentales debido a la contaminación del aire, terremotos, corte de suministros, etc.
Por ello, y lejos de encontrar un sistema que detenga la erupción de estos supervolcanes, los científicos trabajan en la base anteriormente enunciada: recuperar el calor que emiten estos volcanes con la doble finalidad de –por un lado- transformar ese calor en energía eléctrica renovable y –por otro lado- “enfriar” paulatinamente el volcán. Para que nos hagamos una idea somera: el volcán ubicado en el parque de Yellowstone genera tanto calor como el de 6 plantas industriales de energía. A día de hoy, Yellowstone filtra hacia la atmósfera el 60% del calor que produce a través del agua que se cuela por las grietas de la cámara del magma.
El resto se acumula dentro de la lava, lo que actúa como combustible para disolver cada vez más gases volátiles y rocas circundantes.
Yellowstone actualmente gotea alrededor de 6 gigavatios en calor. Perforándolo –y sólo desde sus laterales, para evitar “despertarlo” se podría crear una planta geotérmica capaz de producir electricidad de manera continua durante decenas de miles de años, y posiblemente evitándose futuras erupciones.