El nuevo milenio trajo –y entre otras cosas- una intensa preocupación por un aspecto muy importante: el cambio climático. Tanto las grandes super potencias encuadradas en el G7 así como otras no alineadas establecían que debían hacer frente común para evitar un, cada vez más, posible desastre planetario fruto del calentamiento global. Acuerdos como el Protocolo de Kyoto –inmerso en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)- tenía como objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global. Determinadas industrias estaban/están señaladas como causantes de dicho calentamiento global.
Sin embargo, con el devenir de los años, la “responsabilidad” ecológica fue ampliándose a multitud de sectores productivos y bajando desde las grandes instancias hasta el usuario final.
Hoy, la arquitectura ha alcanzado una cota donde los valores medioambientales adquieren un tremendo valor en sí mismos. Los arquitectos ya no sólo tienen que pensar en sacar el máximo rendimiento a cada metro cuadrado con la mayor belleza posible. Ahora además han de minimizar el impacto ambiental de los edificios tanto sobre el medio ambiente como con sus habitantes. Esta nueva forma de pensar los espacios se denomina arquitectura sustentable (o arquitectura verde, ecoarquitectura, etc.) El principio sobre el que pivota esta nueva arquitectura es optimizar los sistemas de edificación para reducir el impacto ambiental de los edificios sobre el medio ambiente y, por ende, de sus habitantes.
Esta eco-arquitectura se puede lograr desde múltiples formas. De entrada, ejecutar un proyecto pensando en las condiciones climáticas (orografía, hidrografía del terreno, etc.) donde se levante la construcción, de cara a obtener el máximo rendimiento con el mínimo impacto medioambiental.
Por otro lado, el empleo de ciertos materiales de construcción inteligentes que dispongan de un menor impacto energético serán altamente recomendables, frente a aquellos que, para su construcción, precisen de un alto contenido energético.
Los nuevos desarrollos permiten unos aislamientos perfectos, logrando mantener a salvo las calorías en invierno y evitando que entren en época estival. Así, los modelos de arquitectura sustentable luchan para lograr los menores consumos tanto en calefacción y refrigeración así como iluminación, intentando cubrir éstas a través de fuentes de energía renovables (solar, eólica, etc.) y/o empleando sistemas de calefacción/refrigeración a partir de energías renovables como la aerotermia o la geotermia.
En construcción industrial, una de las maneras de proporcionar energía a las edificaciones en altura es instalar paneles fotovoltaicos o generadores eólicos que ayuden a generar electricidad sostenible. En la actualidad podemos ver estas instalaciones de dos tipos: una, a través de las cubiertas, las cuales tendrán que disponer de cierta inclinación; y dos, mediante la instalación de paneles solares en el plano vertical. Así, por ejemplo, el rascacielos Power Tower en la austriaca ciudad de Linz toda su cara sur está equipada con paneles solares foltovoltaicos e integrados en la fachada. Pensemos que –por su ubicación, centroeuropa- Linz no dispone de tantas horas de sol (ni intensidad) como cualquier ciudad española; si dicho edificio se ubicase en cualquier ciudad española, con muchas más horas de luz solar, su aprovechamiento sería mayor.
En COTPA atesoramos años de experiencia en diversos sectores como el frigorífico y el desarrollo de naves industriales donde, entre otras cosas, ponemos el foco en diseñar esta ecoarquitectura. Puedes solicitar más información a través de nuestra web.